Ira y agresividad

Como cualquier emoción la ira es necesaria, pero cuando la estamos sintiendo podemos reaccionar de forma impulsiva y tomar decisiones arriesgadas y contraproducentes para nuestro bienestar llegando a decir o hacer cosas de las que podemos llegar a arrepentirnos. Si nuestros arrebatos de ira se vuelven cada vez más frecuentes puede que lleguemos a tener un problema, el enfado crónico tiene consecuencias nefastas para la salud: hipertensión, cefaleas, debilitamiento del sistema inmune… En lo psicológico, vivir siempre enfadado termina provocando tristeza y depresión, entre otras razones por el gran deterioro que esta emoción produce en nuestras relaciones interpersonales. Afortunadamente la ira se puede aprender a gestionar, por nuestros propios medios o con ayuda de un profesional.