Los trastornos de ansiedad son muy frecuentes en la actualidad, siendo la fobia social el que mayor tasa de prevalencia tiene entre todos los trastornos de ansiedad, y el tercero de todos los trastornos mentales. Afectando en España a medio millón de personas.

“Cuando tenía que relacionarme no sabía qué hacer o qué pensarían de mí. Tenía miedo al rechazo” “Me daba miedo el simple hecho de coger el tren o el metro por las aglomeraciones; pensaba que todo el mundo me miraba, lo cual me ponía nervioso y me daba dolor de tripa” “Intentaba evitar todas aquellas situaciones en las que atraía la atención, o ser lo menos llamativo posible”

Todos solemos experimentar incertidumbre, ansiedad e inseguridad al conocer a personas nuevas, o en situaciones de hablar en público, por esa posible evaluación negativa que se puede hacer de nosotros. Pero, una vez roto el hielo, la mayoría logra convertir estos encuentros en una experiencia agradable. En cambio, las personas con trastorno de fobia social experimentan un grado de ansiedad mucho más elevado, lo que les hace sentirse aún más vulnerables e inseguros ante estas situaciones.


¿Qué es la fobia social?

Se fundamenta en un miedo irracional y desproporcionado que surge en ciertas situaciones de interacción social, donde la persona está convencida de que actuará de manera inadecuada, ridícula o embarazosa, o incluso será evaluado negativamente por el resto. Esta convicción va acompañada de sensaciones físicas como taquicardia, calor, rubor, sudoraciones, temblores o sensaciones del estómago, los cuales, también, piensan que serán valorados de manera negativa.

Estas personas tienden a protegerse evitando afrontar las situaciones o adoptando conductas de seguridad para que los demás no se den cuenta de lo que les está ocurriendo, por ejemplo: “si la persona teme que le vean sudar, llevará ropa ligera o no se quitará la chaqueta, o beberá bebidas frías” (conducta de seguridad). Todo ello puede llegar a ser muy limitante, afectando a nivel académico, laboral e incluso familiar, llegando al extremo de que la persona tenga que vivir recluida en su casa. 

Todo esto hace que la persona llegue a desarrollar un ciclo vicioso:

  1. Ansiedad anticipatoria, antes de que el individuo deba afrontar la situación social temida

  2. Ideas de miedo y síntomas de ansiedad en la situación temida

  3. Rendimiento insatisfactorio real o subjetivo en la situación

  4. Todo ello generará más malestar y ansiedad anticipatoria en las próximas situaciones

Vivimos en una sociedad en la que necesitamos relacionarnos con los demás en cada actividad que hacemos, pero ese deseo que solemos tener de formar parte de los grupos sociales, ser valorados y apreciados, en estas personas se ve disminuido, dando lugar a una baja autoestima y complejo de inferioridad.


Por otro lado, cabría comentar cuál es el rol que ocupan hoy en días las redes sociales en la fobia social: ¿ayudan o perjudican? Hoy en día, continuamente estamos exponiendo nuestras vidas en las redes sociales, lo que lleva a que seamos probablemente evaluados.

Se ha visto cómo estas continuas evaluaciones provocan cada vez más ansiedad, no estamos acostumbrados a que tanta gente juzgue lo que hacemos. Lo que lleva a que se empiecen a crear espacios surrealistas, donde se presenta una cara inversa a lo que ocurre realmente para no ser evaluados negativamente.

No obstante, las redes sociales están siendo un elemento bastante útil para el tratamiento de fobia social, porque aportan al paciente un espacio virtual donde poder ensayar y enfrentarse al malestar que le pueden provocar diferentes situaciones sociales, antes de exponerse a la interacción social real.


En cuanto al tratamiento terapéutico, sería conveniente, en primer lugar, que la persona tomase conciencia de lo que le pasa, para poder empezar a trabajar con ella. Y además de las exposiciones a diferentes situaciones sociales, se trabajaría con la autoestima, las habilidades sociales, así como el aprendizaje de diferentes estrategias de enfrentamiento a ese miedo irracional y control emocional.


Elena García Martínez

Psicóloga colaboradora en Clínica de Llago