EL MIEDO, ¿incapacitante o preparador?


Las emociones básicas están presentes desde la infancia y su principal función es promover la supervivencia. El miedo es una de ellas.

Cuando experimentamos síntomas fisiológicos como son un aumento de la frecuencia cardíaca, mayor ritmo en la respiración, golpeteo del corazón, sudoración, temblor, o aumento de la temperatura corporal; u otros cognitivos como pensamientos negativos o bloqueantes, puede ser que estemos ante una situación en la cual experimentamos miedo.

Vamos a analizar estos síntomas de manera objetiva. ¿Qué sucede en nuestro cuerpo? Nuestro sistema circulatorio aumenta su frecuencia, ordena que haya un mayor flujo de aire, y el cuerpo humano se encuentra en un alto nivel de capacidad, preparado para actuar (lucha o huye).

Traslademos ahora esta situación a un ejemplo actual como es el hablar en público ante un acto importante (exposición oral, ponencia, charla,…). ¿Cuáles son los síntomas que experimentamos? ¿Son similares al miedo? ¿Y qué interpretación les damos?

Cada persona interpreta la realidad de una manera diferente a otra, podría haber incluso tantas interpretaciones como personas vivan la misma situación. El significado que cada persona le da a la misma influye en cómo responderá ante las situaciones que se presentan en su vida.

Pongámonos en el papel de una persona que responde al miedo con la opción “huida”: los síntomas de hiperactivación que experimenta son los descritos anteriormente, además, no piensa con claridad, sus pensamientos no fluyen, y estos síntomas físicos o fisiológicos son interpretados como bloqueantes (en el caso que no huya de la sala, claro). Otra persona responde ante la misma situación con la opción “lucha”: sus síntomas de hiperactivación son los mismos, nota ese aumento, nota que se activa, y decide hacer frente a la situación y focalizar y orientar toda esa energía hacia su principal objetivo, la charla y el discurso.

¿Cuál es la diferencia? Una persona ha decidido interpretar esos síntomas como preparadores, determinantes a la hora de hacer frente a una situación en la que requiere mucha energía, su cuerpo lo detecta y prepara para ello, orientándola hacia la consecución de su fin. La otra, sin embargo, realiza una interpretación de bloqueo e incapacidad ante la afluencia de tanta energía.

La interpretación a esos síntomas de activación, como preparadores o incapacitantes, es lo que ha hecho que una persona actúe de una manera u otra ante la misma situación.

Las personas somos capaces de entrenarnos para detectar esos síntomas de activación y darnos cuenta de ellos antes, somos también capaces de aliviarlos, y en nuestra mano está la decisión de interpretarlos como incapacitantes o preparadores. ¿Cómo? A través de intervenciones basadas para mejorar ansiedad, basadas en Mindfulness, o similares.

Está en nuestras manos, somos los responsables de esa interpretación.


Andrea Juste

Psicóloga en Clínica de Llago