En el anterior post hablamos sobre el trastorno por atracón y pusimos el ejemplo de una persona que tras la cena de navidad había ido a la nevera, en principio a picotear un poco de la comida que había sobrado, pero acababa con la ingestión de mucha cantidad de comida y con la sensación de pérdida de control, el ejemplo que pusimos terminaba ahí.

Vamos a retomar ese ejemplo, si la persona después de darse el atracón procediera a realizar lo que llamamos comportamientos compensatorios (inducirse el vómito, tomar laxantes, hacer ejercicio de alta intensidad durante mucho tiempo, o ayunar los días posteriores) para deshacerse de toda la comida y calorías consumidas que considera excesivas, entonces pasaríamos a hablar de bulimia nerviosa.

Además de los episodios de atracones y consiguientes conductas compensatorias, la bulimia tiene otros rasgos característicos, vamos a verlos:

  • La idea de perder peso/estar delgado se convierte en una idea sobrevalorada, se le da mucha más importancia de la que tiene y la persona rige su vida entorno a estar delgada y/o perder peso porque cree que cuando lo consiga será feliz.

  • Esta idea influye en la autoevaluación que la persona hace de sí misma, viéndose negativamente si no está en el peso que considera óptimo (el cual suele estar muy por debajo de su IMC saludable). La autoevaluación negativa se generaliza a otros aspectos de su vida y se juzgan a sí  mismos como mediocres, perdedores, débiles…

  • La baja autoestima y la inseguridad son factores claves en el desarrollo y mantenimiento del trastorno bulímico.

Este trastorno es mucho más común en mujeres que en hombres (10:1) y suele aparecer durante la adolescencia o inicio de la juventud, tal vez porque es cuando las mujeres son más conscientes del aspecto físico y la presión que ejerce la sociedad para verse dentro de unos ciertos límites.

Hablamos de bulimia nerviosa no solo cuando existe un episodio de atracón y alguna conducta compensatoria, sino cuando este tipo de comportamientos se producen una vez a la semana durante, al menos, tres meses.

Se trata de un trastorno muy común dentro de los trastornos de la conducta alimentaria, que puede dar lugar a arritmias cardíacas, problemas en los dientes, cálculos renales e insuficiencia renal debido a la falta de nutrientes. Requiere de atención psicológica, ya que puede llegar a ser muy grave, de ahí la importancia de su detección precoz, el apoyo familiar y social y una pronta intervención.

 

Àngela Carro

Psicóloga colaboradora en Clínica de Llago